viernes, 1 de septiembre de 2023

Textos para practicar

Los riesgos desapercibidos del cannabis 

El aumento de las urgencias hospitalarias por delirios y brotes psicóticos asociados a esta droga obliga a no bajar la guardia.

 Existe la percepción social, sobre todo entre los jóvenes, de que el cannabis no es una sustancia tan peligrosa como otras drogas consideradas 'duras'. Esta mayor tolerancia o aceptación social de su consumo ha hecho que se baje la guardia ante los riesgos para la salud, que los hay, pero, además, los datos clínicos se encargan de rebatir esta falsa sensación de poca peligrosidad. Según el Observatorio Español de Drogas y Adicciones, el 40,1% de las urgencias hospitalarias por consumo de drogas en el 2016 fue por cannabis, a muy corta distancia (42,5%) de la cocaína. Veinte años antes, las urgencias por cannabis representaban 'solo' el 6,2%. ¿Qué ha ocurrido para que esta sustancia haya dado un salto tan alarmante? Parte de la explicación está en la propia sustancia: alguna marihuana que se vende actualmente en las calles contiene una mayor presencia de THC (el principal psicoactivo del cannabis), lo que hace que la droga sea más potente, y por consiguiente, sus efectos secundarios más dañinos. A la habitual falta de coordinación o pérdida de memoria asociada al cannabis, pueden añadirse brotes psicóticos, delirios y alucinaciones si la concentración de THC es mayor. Y si el consumo de marihuana es continuo, las secuelas en el sistema nervioso, como la falta de concentración, pueden ser crónicas.

 Sin entrar en el debate de su uso con fines terapéuticos (en cuyo caso, sería bajo supervisión médica), el consumo de cannabis es un problema de salud pública que afecta sobre todo a los jóvenes y que reclama redoblar esfuerzos para combatirlo. Sin desmerecer la actuación policial, la proliferación de plantaciones ilegales y la facilidad con la que actúan los 'camellos' parece dejar claro que hay que destinar más recursos a la lucha contra el narcotráfico. En prevención, la labor de educadores y personal sanitario es imprescindible, como se ha demostrado. La asignatura pendiente es desmontar la percepción social de que el cannabis es una sustancia sin apenas riesgos, una acción que nos implica a todos como sociedad.

Editorial, El Periódico, 16 de febrero de 2020


Conducta sexual “inapropiada”

La expresión “conducta sexual inapropiada” se va extendiendo en relación con actos que en otro tiempo se tildaron de groseros o impertinentes, y que ahora calificamos con un adjetivo más certero: “machistas”.

Una simple búsqueda de “conducta sexual inapropiada” en Google ofrece decenas de ejemplos sucedidos en el mundo anglosajón: las acusaciones contra un presentador de la BBC o contra el seleccionador del equipo femenino de Zambia. Me detengo como ejemplo en el caso de este entrenador, acusado el pasado julio de forzar a varias jugadoras a que se acostaran con él. Periódicos de todo el ámbito hispano, (incluido EL PAÍS), describieron esos hechos como “conducta inapropiada”, bien en el texto o bien en titulares y destacados.

En español, es “inapropiado” o “inadecuado” aquello que no se ajusta a las necesidades de algo o de alguien, y por eso podemos decir que un piso de cuarenta metros cuadrados resulta inapropiado para una familia con cuatro hijos, o que un traje amarillo y verde con lunares rojos parece inapropiado para acudir al funeral de Estado por la reina de Inglaterra. Una conducta inapropiada no es un delito. Pero en aquella ocasión la palabra “inapropiados” se refería a unos supuestos abusos sexuales con agravante de autoridad a cargo de un entrenador. Los actos acerca de los cuales se informaba no se referían a una conducta legítima. Se referían a un sometimiento: subordinar el juicio propio al de otra persona.

Busqué el origen común de los titulares y todos los diarios españoles citaban como fuente al británico The Guardian, la publicación que dio la primicia. Acudí, pues, a ese texto primigenio, y hallé este titular: “Zambia women’s football team head coach accused of sexual misconduct”. (“El entrenador del equipo femenino de fútbol de Zambia, acusado de conducta sexual inapropiada” o “mala conducta”).

No se habla de conductas inapropiadas para definir las de un ladrón o un corrupto. Pero resulta que sí ha servido esa piadosa locución para unos cuantos episodios de abuso sexual machista. Otra vez estamos copiando del inglés…de forma inapropiada.

Álex Grijelmo, EL PAÍS


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